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viernes, 15 de julio de 2011

La cerrada del Utrero (Sierra Cazorla)

Es este uno de esos parajes angostos que encañonan el Guadalquivir bajo escarpadas cresterías de roca y sobre el cual existe una trágica leyenda. Cuentan que un utrero descarriado de su manada arrebató la vida a dos de las tres hijas de un rey moro, y que sediento de sangre lanzaba unos fantasmales mugidos que aterrorizaban y traían calamidades al reino, cuyos habitantes pidieron al rey que entregase a la bestia a su tercera hija, pues era a ella a quien reclamaba el espectral animal, o de lo contrario nadie viviría tranquilo.

El rey moro accedió y así lo hizo, pero un joven enamorado de ella le ofreció su protección a cambio de su amor, que era correspondido por la dulce princesa mora.  Y  de las aguas surgió el terrible monstruo, iluminado por la luz de la luna llena, sin forma definida, y se batió en lucha con él.  Ambos cayeron al agua mortalmente heridos, aguas que se cerraron teñidas de sangre. La joven permanecía inmóvil con sus blancos ropajes brillando en la oscuridad de la noche.  Así se la vió por última vez.


Y hoy en día hay serranos que afirman ver el rio teñido de sangre, bajo la luz de la primera luna llena de la primavera, y a la joven inmóvil con sus inmaculadas ropas mirando hacia las aguas desde las cresterías de la cerrada.

martes, 12 de julio de 2011

Puente de las herrerías (Sierra Cazorla)

Corrían tiempos de reconquista en la Península allá por el s.xv, cuando la reina Isabel de Castilla, empeñada en seguir de cerca a su poderoso ejército, decidió emprender viaje tras éste hacia tierras granadinas, con la emprenta de arrebatar a los nazaríes el último reducto árabe que resistía al poder de los Reyes Católicos.

 A su paso por las tierras altas de la sierra de Cazorla, su paso firme se vió alterado ante los restos de un puente construido fechas antes para permitir el acceso al grueso del ejército cristiano con su maquinaria de guerra. Una crecida del Rio Guadalquivir destruyó el paso anteriormente creado, por lo que sin dudarlo un instante se procedió en esa misma noche a comenzar su restauración, de forma que dicho paso perdurara en el tiempo, como testigo del glorioso paso de la reina.

A partir de aquí comienza la leyenda, que cuenta como una fuerza celestial poseyó a los pontoneros, de modo que el sólido puente quedó concluido a la mañana siguiente, permitiendo a la reina y su séquito cruzar el río y proseguir la marcha hacía la capital nazarí, que ya temía su llegada.


Tal es su solidez que hoy en día el puente permanece intacto sobre el Guadalquivir y he de decir que bajo su sombra he tenido el gusto de disfrutar de un baño en las cristalinas aguas que lo cruzan, no hace mucho tiempo.